domingo

          Irrumpo en este espacio para dar rienda suelta a una experiencia vital que vivo-viviré-he vivido-estoy viviendo. Deseo escribir aquí como pienso, que no como hablo. Cuando escribo como hablo pretendo que los demás me comprendan, me entiendan, convencerlos, comunicarme. Cuando pienso me dirijo a mí mismo que me comprendo bien. Me conozco.
     
         En este blog no hay filigrana. Lo parnasiano, lo discursivo, lo formal… quedará ya, si todo se cumple, para nunca. Seré muy franco. Gidé, cuando dijo que escribiría sólo para su obra póstuma, dejó de escribir. Aquí escribo para almacenar. El hombre es un bicho, en este sentido, pariente de la urraca. Guarda en el nido lo que puede. Aquí es más fácil y llevadero que en los cuadernos que usaban Hemingway y todos los niños bien que vinieron de viaje a ver cómo se mataban mis abuelos como conejos en el 36. Bien pudieron quedarse en su puto pueblo. ¿Quién coño les dio vela en nuestra carnicería? Con su gomita, su marcapáginas… A dólar la palabra. Hoy es más fácil guardar lo que quiera en este blog. A nadie le he dicho que existe. (Si tú lo estás leyendo es por pura casualidad: has llegado aquí como Colón a América, por error. Ignorabas que estaba aquí).

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